Tengo 20 años y una carrera fracasada
y otra a punto de convertirse en una frustración. Dos amores mal finalizados y uno
no correspondido. Un desgaste en las rodillas como consecuencia de tanto entrenamiento
para no convertirme en medallista olímpico. Tengo 20 años como dice Pizarnick
en su poema y mis ojos tienen 25 porque
han visto más de lo que puedo recordar. Todo el tiempo me pregunto cómo hizo
Capote para descubrir su talento o cómo supo Hendrix que lo suyo era la
guitarra, porque con cada intento que hago menos me quedan para probar y más me
decepciono. Tengo una tristeza que me rebana por dentro y siento no me alcanza
el alma. Odio tantas cosas que ya no sé si por las venas me corre sangre o
veneno. Patricia González tiene una frase muy linda que dice: “Busqué como loca
una bala perdida”, aunque sé que no es de ella originalmente, en mi cabeza
sigue sonando a ella porque fue a la primera persona a quien se la escuché y me
gustó en su voz. Pienso que a los 20 uno debería estar pensando en formas de
disfrutar la vida y no pensando en formas de acabarla. Sé que me faltan muchas
cosas además, nunca he estado en un trío, aún no conozco Europa, no he escrito
nada memorable, ni he pintado una obra de arte. Mi psicólogo (si tuviera uno)
me diría que no puedo vivir así, que no puedo estar comparándome todo el tiempo
porque las condiciones de cada persona son particulares, pero yo me sigo
imaginando que si García Márquez pudo escribir algo a los 38 que lo llevo a ser
reconocido como uno de los más grandes, yo habiendo nacido en esta misma
tierra, debería estar en condiciones de hacer lo mismo, pero también es verdad que
yo no tengo el mar para inspirarme, de que Medellín no es Cartagena, de que yo
no nací en Aracataca y que aún no he sido exiliado y creo que nunca voy a
serlo.
Hay días en los que la vida duele
más que de costumbre. Hoy es uno de esos. Ya hoy no tengo 20 años, ya no tengo
sueños, ya no tengo ganas. He leído un libro de Programación Neuro Lingüística,
y por más que intento meterle ganas a esto, cambiar una creencia sigo sintiendo
que soy el mismo ser humano medio bobo, medio inútil, al que simplemente
premiaron con algo de apariencia y muy poco de esencia.
Hoy se cierra el concurso de Tragaluz para el que finalmente no terminé escribiendo nada a pesar de lo mucho que me entusiasmé con la idea. Me odio tanto que he preferido de paso ignorarme para que no me duela.