Mentes sin amarras es un blog que nace de la búsqueda de la creatividad y del deseo de no dejar perder aquellas ideas que tocan de vez en cuando la mente y se van debido a la falta de un lugar para quedarse. Mentes sin amarras es el lugar para cualquier idea, pensamiento o escrito que ronde por ahí en las mentes de los autores.

jueves, 31 de mayo de 2012

El duo dinamico


Gabriel era un compañero de matemáticas, y cómo todos los que supuestamente no juegan ni con tierra, el no parecía buen jugador de fútbol, pero era un Crack.

Era un miércoles cualquiera en la mañana, tenia 23 abriles y ese día, la universidad era sólo ludica, y si de algún modo me conoces un poco sé entiende que con lo ludopata que soy, estaba a reventar, habíamos planeado todo él día, porque todo el día habían juegos, imaginaos, ese día no era necesario el cafe en ninguna hora, en la noche estuve vuelto un manojo de emociones recordando todo lo que había hecho en el día, esos días suelo no dormir mucho realmente.

El día era soleado, la U de A, mi gran novia, lucia esplendida llena de arboles que llenaban el momento de un verde esperanza. Cerca de la plazoleta del departamento de educación habían puesto un cuadrilatero, dos pequeñas canchas de futbol o banquitas como suelen decir, era un mini futbol donde se enfrentaban equipos de dos jugadores, eran las 9am, ya habia arreglado con Gabriel para jugar, así que el plan era simple todos subíamos, todos defendíamos.

Llegamos y no había mucha gente, así que esperamos el primer partido y entramos, mi corazón era un potro feliz estoy seguro que los ojos me brillaban como me brillan cada vez que ando feliz. Y nos bastaron 30 segundos para sacar al equipo contrario, un par de balazos dieron en la diana que era un pequeño hueco que dejaba el potero de otro equipo, algo que requería a la nasa para hacerse preciso. Perdía el equipo que recibía dos goles y el vencedor podía seguir contra otros sin parar.

Fueron desfilando otros equipos, esa mañana Gabriel y yo eramos invencibles, de a poco empezábamos una tocata endemoniada que dejaba a los espectadores aturdidos, Gabriel era bajito, pero era una maquina destructora, era un estado de flujo completo. Escuche el rumor de dos jugadores buenísimos que iban a jugar contra nosotros, entraron con un dominio impresionante, metieron un gol, pero yo era un ente en nirvana esa mañana, nada podía preocuparme y en un dos por tres empatamos, y luego ganamos.

Y así por un periodo de una hora, en espera de quien nos ganará, entonces empezaron a decir "!Ey! Dejen jugar a otros", yo sabia que si dejabamos jugar a otros, ya nunca más veriamos las canchas, yo queria morir ahí, fundirme en el placer del joga bonito, o qué me derrotaran lo cual tampoco es un mal final.
Pero Gabriel insistió, "Te juro que no volveremos a ver esta cancha hoy, sigamos, si quieren ver a otros, que nos saquen" le respondí, pero nadie podía sacarnos.

Al final accedí a regañadientes, sentado en las gradas ví como el tiempo pasó y nunca más ese día sentimos de nuevo el pavimento de ese mini cielo, en el que fuimos dioses invencibles.

"Te lo díje Gabriel, shhhhssshhh" Fue mi último reproche antes de irme a jugar otra cosa.

Tavo.