Mentes sin amarras es un blog que nace de la búsqueda de la creatividad y del deseo de no dejar perder aquellas ideas que tocan de vez en cuando la mente y se van debido a la falta de un lugar para quedarse. Mentes sin amarras es el lugar para cualquier idea, pensamiento o escrito que ronde por ahí en las mentes de los autores.

viernes, 14 de octubre de 2011

Luna


La vida, sin nombre, sin memoria, estaba sola. Tenía manos, pero no tenía a 
quién  tocar.  Tenía  boca,  pero  no  tenía  con  quién  hablar.  La  vida  era  una,  y 
siendo una era ninguna. 
Entonces el deseo disparó su arco. Y la flecha del deseo partió la vida al 
medio, y la vida fue dos. 
Los dos se encontraron y se rieron. Les daba risa verse, y tocarse también. 


De deseo somos -Eduardo Galeano - Espejos.









No sé si es por mi forma semiesferica, pero mi vida siempre ha sido dar vueltas, seguir a este gordo planeta llamado tierra, lo bueno de todo esto es que desde el principio conozco mi función y mi destino, algo menos por lo cual preocuparme. Pero no por esto puedo decir que soy aburrida nada más lejos de la realidad que esto, en las noches inspiro a los amantes y a los locos, cuando estoy molesta provoco mareas y tengo mi lado oscuro la maldita Lilit el lado que nadie ve, el lado que inspira sangre, es la preferida de los satánicos, pero no os preocupéis ¿No somos todos en el universo un poco perversos?  O sino, prueba acercarte al sol, !Tan lindo que es! ¿No? Ilumina buenos y malos, pero también los puede cocinar si le dan tiempo ja.

Y si bien ahora estoy dándole vueltas al azulejo lleno de vida, y mi destino es más o menos predecible,(Espero que no llegue otro asteroidito, ya ando lo más de crateriada y mi fabulosa cutis ya se ve a lo lejos agrietada,  no todos gozamos de capas protectoras ¿Qué le vamos a hacer?), hay algo que no he dicho aún: no siempre fue así, hubo una época en la que yo era parte del planeta, era uno con él, y llegó un asteroide y golpeo tan duro que salí espavorida, fue como salir de una costilla y entonces al tomar esta feminidad, me dí cuenta de lo grandioso que era el planeta tierra and I fall in love for the earth... era lo más lindo que había en el universo, y él cuando me vio tan femenina, tan care perla, no pudo evitar sonreír, por ya no estar solo.

Sin embargo, yo había salido disparada cual canica en busca del hoyo mientras los niños ríen, parecía un cuento corto de amor, pero él alargo sus brazos invisibles y me mantuvo cerca y desde entonces danzamos juntos al rededor del sol, al rededor de otras galaxias, y miramos el infinito cargado de estrellas, cargado de colores, de efectos, de sueños.

Entenderéis entonces porque a vosotros os gusta regalar la luna cuando andáis enamorados.

Tavo.

la luna que queria ser nube.


A menudo cuando despierto, ¿o que creían?, yo también duermo, abro mis ojos y me confundo, no se si estoy mirando las estrellas lejanas o las pequeñas luces de la tierra.

Podría decir que mi vida no es más que una larga y aburrida espera. Esperar que la tierra gire hasta que yo observo ese diminuto punto lejano, es la torre de Tokio que me indica que ha llegado la hora de dormir cuando se posa justo frente a mi, y luego… cerrar los ojos hasta que las grandes luces de Las Vegas me hacen despertar nuevamente.

Al estar lejos de todas las cosas carezco de amigos, o tal vez es que ni siquiera los tengo, pero la verdad eso es lo que menos me importa. De vez en cuando las nubes pasan cerca de mí, y si no van de afán se quedan un rato a mi lado y me cuentan sobre la vida en la tierra. “Los humanos se divierten buscando que forma tenemos. Una vez me dijeron que parecía un elefante con alas” dijo una pequeña nube mientras pasaba frente a mi. Vaya, tengo algo en común con los humanos, yo hago lo mismo, pero con las estrellas. Me gusta ver que formas puedo encontrar uniendo con hilos imaginarios las estrellas del firmamento. Puedo pasar horas haciendo lo mismo, y me sorprendo a mi misma de las figuras que encuentro. Algunas nubes al verme tan concentrado mirado el infinito me preguntan que hago, y yo les digo: busco constelaciones. -¿constelaciones? ¿Qué cosas son esas?. –así es como le llamo a los dibujos que hago uniendo las estrellas del firmamento. Tiempo después me enteré de que ellas le habían contado a los humanos sobre mi pasatiempo y habían comenzado a hacer lo mismo.

Sin embargo, deberán saber ustedes que no todo es tranquilidad aquí arriba. Algunas veces se me acercan unas grandes nubes oscuras, se que vienen hacia mi porque veo desaparecer las luces de la tierra, una a una se van extinguiendo, como si un gran monstruo las fuera devorando lentamente. Comienzo a temblar, porque se que ese monstruo viene por mi. Me rodean y cubren cuanta luz puede llegar a mi, y así, poco a poco, me apago. Y cuando mi luz se extingue, satisfechas por haberme despojado de mi belleza se alejan riendo. Una vez, llorando le pregunté a una amigable nubecilla “¿por que crees que me hacen esto?, mi brillo es lo único que tengo, y sin embargo ellas me lo quieren quitar”. Ella me dijo que esas oscuras nubes envidiaban mi belleza, y por eso me molestaban. Así que ellas me tienen envidia?...pero si soy yo la que le tiene envidia a ellas!!! ¿Acaso no saben el privilegio que tienen de poder andar por el cielo tranquilamente, dejándose llevar por las cálidas corrientes de aire a cualquier parte del mundo?. Soy luna, pero que no daría por ser nube, una nube amigable, claro está. Buscaría siempre la forma de estar lo mas cerca posible de la tierra para aprender mas de los humanos, y dejaría esta oscura noche para buscar el cálido abrigo del sol.

Así paso día tras día, o más bien, esta infinita noche que lo único que espero, -porque es lo único que hago, esperar- es que termine. Ya no recuerdo ni siquiera la última vez que fue realmente de día para mí. Solo recuerdo el calor del sol en mi rostro durante aquel eclipse, y como todos los humanos me observaban sonrientes desde la tierra.

Veo como se asoma lentamente la torre de Tokio por un costado de la tierra. Nuevamente es hora de dormir… Ah, que no daría por ser nube!!!

jueves, 13 de octubre de 2011

La luna está... hasta la luna.





Tengo que confesarlo: Padezco una grave actitud voyerista.

Ayer me di a la tarea de fisgonear la vida de unos cuantos humanos, pero no tuve suerte, amaneció nublado, es que para mi amanece cuando para los demás anochece. Hoy espero tener un poco más de suerte.

He madrugado, son las cinco de la tarde y despunto en el firmamento, cuando estoy gorda – que no es hoy- me despierto más tarde, un día de esos me desperté a las 6.30 pm y los pocos gatos –que son mi compañía de turno- me dijeron: “Ey luna, ¿qué os pasa?, venga si estás despertando tarde” son dos angora españoles que se han traído de Málaga. La dueña de estos simpáticos gatos es una colombiana que creyó firmemente en que en España estaba su prometedor futuro, pero no fue así, terminó devolviéndose tras tres años de estar lavando baños y se trajo consigo dos gatos angora que nunca pudieron perder el acento.

Muchos piensan que la que alumbra aquí, allí y allá es la misma, pero no tienen ni la más mínima idea de que somos millones, cada vez que vuelvo cada noche, me convierto en millones.

Es un día interesante, completamente despejado y yo soy una espectadora neutral, a la espera de lo que salga, a la espera de acción, de sufrimiento, de tragedia, de ironía, de humor y de mucha realidad.

Imagínese esto: la calle 49 con 50 de una ciudad cualquiera, chiquita, no es muy grande, ni siquiera tiene metro. Imagínese un grupo de personas, reunidas al son de una ceremonia/ritual a la intemperie. Yo no entiendo mucho de lo que allí practican porque yo y los de mi especie morimos cada 1000 millones de años y no tenemos tradiciones de este tipo, o sino pregúntese: ¿cómo sería un cementerio para lunas?, ¿estaría localizado en la galaxia de Andrómeda?, ¿dónde se enterrarían las estrellas?, ¿quién daría la misa?, ¿el sol vendría al velorio?

Al otro lado, figúrese en una ciudad colindante un grupo de personas que protestan por la paz, protestan por conciencia, intelecto, protestan por igualdad, por ganas de ser grandes. Al otro lado de la ciudad unos disparan flores mientras les responden con gases lacrimógenos.

Figúrese que ÉL ha salido del trabajo, ha tomado el bus metropolitano  de vuelta a casa, tiene carro pero no lo usa, quizás más por tener contacto con las demás personas que por economía, de pronto es que se siente demasiado solo, cuarenta minutos lo separan de su lugar de destino.

Visualice la hora pactada, 7.30 p.m, se abre el telón y el espectáculo comienza, ha sido un éxito en la critica internacional, presentado en las más importantes ciudades del mundo: Berlín, Nueva York, Tokio, Paris, Londres, Toronto y por primera vez en una ciudad hispanoparlante: “adaptabilidad al cambio”. Los espectadores son personas de la alta alcurnia, para mi suerte y la de ustedes es en el gran teatro kodak al aire libre en la periferia de la ciudad y les estaré informando.

Piense en el grupo de personas muy triste, algunos lloran –llorar es cuando derraman gotas de sus ojos por algo que les compunge el alma- algunos se niegan a creer en lo que está pasando, algunos están ensimismados y a la final, me doy cuenta de que cada uno tiene su propia y muy peculiar manera de lidiar con el sufrimiento. Algunos tienen los ojos llorosos y se les escucha la voz de alguien que ha llorado -y efectivamente han llorado-. Otros, suenan de la misma forma pero sus razones son distintas; están agripados. Las voces y los ojos llorosos de los que lloran se confunden con las de los que no lloran, y a la final, todos piensan que todos están llorando, y hasta los agripados que antes no lloraban, rompen en llanto junto con los que lloran.

Se lucha por igualdad, se lucha por derechos, se lucha porque un pueblo es más que un dirigente y no al contrario. Se estudia por salir de la oscuridad, se estudia para no ser policía nacional, se estudia para demostrar que si se es pobre no se está condenado a serlo para toda la vida, porque se cree en la firme convicción de que la pobreza más que falta de dinero, es una condición mental.

ÉL Se ha bajado del bus, está hablando con su amor: un perro, un elefante, un humano o un travesti, lo abordan dos personajes que le proponen un trato: “su integridad a cambio de dinero”, ÉL le cuelga a su amor que puede ser cualquier cosa, su amor, el travesti, al otro lado replica: “¡no cuelgues que te van a atracar!”, él no lo escucha, a él lo roban.

La gente está expectante, el teatro rebosante, la multitud irrumpe en aplausos porque creen haber asistido al evento de sus vidas, y efectivamente así será para algunos pocos, para otros pocos habrá sido una perdida de tiempo y para el resto que no habrán entendido –que entre ellos están muchos de los que lo habrán considerado perdida de tiempo- será un evento más en la suma de evento a los cuales habrán asistido a lo largo de sus vidas. Pero siempre habrá uno al cual el evento le tocará de tal manera que transformará su vida, le abrirá ventanas desconocidas que le permitirán ver horizontes que antes no le eran concebibles.

Termina un ritual y comienza otro, se escuchan rumores, se escuchan pensamientos y no pueden terminar de entender como un cuerpo que siempre estuvo tan lleno de vida ahora yace inerte y  frío, y en la total ausencia, porque nadie sabe que pasa cuando uno se muere – ni siquiera nosotros los satélites-. Sirio me ha dicho que más que un ritual es una preparación, porque el entierro y las novenas son para los vivos y no para el que ha muerto.

Finalmente los que luchan con flores y fragmentos de poesía de los poetas malditos se dan cuenta que no pueden combatir contra los que lanzan gases lacrimógenos. Deben decidirse si volverse a la ignorancia o perder la guerra con la frente en alto sin renunciar a sus ideales utópicos. Una de las pancartas de estos mártires-tira-flores reza: “sueño con un mundo donde obtener títulos universitarios sea tan obligatorio como sacar libreta militar”.

ÉL se culpa por no haber reaccionado de alguna manera, incluso se maldice, se pregunta para sí mismo: “¿Cómo pude ser tan gallina?”, y se culpa y no se da cuenta que a la mayoría de las personas se les dificulta pensar mucho bajo momentos de tanto estrés. Los ladrones han cumplido con el trato; le han dejado su integridad y se han llevado su dinero, y el piensa: “¡qué va!, es solo dinero” pero la verdad se lo dice para no sentirse tan mal, se lo dice en fin, para no sentirse tan gallina.

El show es un tanto performance, un tanto monólogo y otro montón de cosas que nadie entiende y del que todos hablan. Un hombre sentado en una silla vieja comienza a reírse, y ríe de manera estruendosa, a carcajadas, cuando termina con el aire en sus pulmones, toma una nueva bocanada y continúa riendo. La gente no entiende nada y hay que ser verdaderamente idiota o un verdadero genio para comprender lo que allí pasa. Cuando termina de reír de esa manera extravagante, a punto de rayar con lo vulgar, la risa se convierte en llanto, un llanto que aunque fingido, es triste y sobrecogedor. Si antes la gente no comprendía nada, ahora entienden mucho menos. Llora largamente, y entre los espectadores se miran desconcertados. Tras llorar tendidamente el show termina y el público una vez más estalla en un aplauso, la gente que no entiende aplaude para no sentirse menos y el aplauso resuena por todo el recinto y se escucha por fuera del mismo.

La crítica una vez más elogia el tan emocionante evento y dicen, que como nunca, ha sido la mejor de todas las presentaciones, el administrador, generalmente el diablo, invita al performista a firmar un contrato de por vida, nadie puede explicar lo que acaban de ver, y mucho menos entienden hasta qué punto es arte y hasta qué punto es parte de esa cultura esnob que lo permea todo.
A la final esto es este mundo, algo loco, algo impredecible, un millón de buenas historias esperando ser contadas, no tomo partido, simplemente me divierto, me divierto mientras lo escucho todo, mientras lo veo todo, porque a mí, también me suceden la mismas cosas que a estos humanos, cada tanto se me mueren amigos, me pongo en desacuerdo, una estrella fugaz me asalta y voy al teatro.

Miravisión ha terminado sus labores por el día de hoy. Agradecemos su compañía. Les habló La Luna. Fin de la emisión.
Los invito muy sinceramente a no quedarse.