
Tengo que confesarlo: Padezco una
grave actitud voyerista.
Ayer me di a la tarea de
fisgonear la vida de unos cuantos humanos, pero no tuve suerte, amaneció
nublado, es que para mi amanece cuando para los demás anochece. Hoy espero
tener un poco más de suerte.
He madrugado, son las cinco de la
tarde y despunto en el firmamento, cuando estoy gorda – que no es hoy- me
despierto más tarde, un día de esos me desperté a las 6.30 pm y los pocos gatos
–que son mi compañía de turno- me dijeron: “Ey luna, ¿qué os pasa?, venga si
estás despertando tarde” son dos angora españoles que se han traído de Málaga.
La dueña de estos simpáticos gatos es una colombiana que creyó firmemente en
que en España estaba su prometedor futuro, pero no fue así, terminó
devolviéndose tras tres años de estar lavando baños y se trajo consigo dos
gatos angora que nunca pudieron perder el acento.
Muchos piensan que la que alumbra
aquí, allí y allá es la misma, pero no tienen ni la más mínima idea de que
somos millones, cada vez que vuelvo cada noche, me convierto en millones.
Es un día interesante,
completamente despejado y yo soy una espectadora neutral, a la espera de lo que
salga, a la espera de acción, de sufrimiento, de tragedia, de ironía, de humor
y de mucha realidad.
Imagínese esto: la calle 49 con
50 de una ciudad cualquiera, chiquita, no es muy grande, ni siquiera tiene
metro. Imagínese un grupo de personas, reunidas al son de una ceremonia/ritual a
la intemperie. Yo no entiendo mucho de lo que allí practican porque yo y los de
mi especie morimos cada 1000 millones de años y no tenemos tradiciones de este
tipo, o sino pregúntese: ¿cómo sería un cementerio para lunas?, ¿estaría
localizado en la galaxia de Andrómeda?, ¿dónde se enterrarían las estrellas?,
¿quién daría la misa?, ¿el sol vendría al velorio?
Al otro lado, figúrese en una
ciudad colindante un grupo de personas que protestan por la paz, protestan por
conciencia, intelecto, protestan por igualdad, por ganas de ser grandes. Al otro
lado de la ciudad unos disparan flores mientras les responden con gases
lacrimógenos.
Figúrese que ÉL ha salido del trabajo, ha tomado el bus
metropolitano de vuelta a casa, tiene
carro pero no lo usa, quizás más por tener contacto con las demás personas que
por economía, de pronto es que se siente demasiado solo, cuarenta minutos lo
separan de su lugar de destino.
Visualice la hora pactada, 7.30
p.m, se abre el telón y el espectáculo comienza, ha sido un éxito en la critica
internacional, presentado en las más importantes ciudades del mundo: Berlín,
Nueva York, Tokio, Paris, Londres, Toronto y por primera vez en una ciudad
hispanoparlante: “adaptabilidad al cambio”. Los espectadores son personas de la
alta alcurnia, para mi suerte y la de ustedes es en el gran teatro kodak al
aire libre en la periferia de la ciudad y les estaré informando.
Piense en el grupo de personas
muy triste, algunos lloran –llorar es cuando derraman gotas de sus ojos por
algo que les compunge el alma- algunos se niegan a creer en lo que está
pasando, algunos están ensimismados y a la final, me doy cuenta de que cada uno
tiene su propia y muy peculiar manera de lidiar con el sufrimiento. Algunos tienen
los ojos llorosos y se les escucha la voz de alguien que ha llorado -y
efectivamente han llorado-. Otros, suenan de la misma forma pero sus razones
son distintas; están agripados. Las voces y los ojos llorosos de los que lloran
se confunden con las de los que no lloran, y a la final, todos piensan que
todos están llorando, y hasta los agripados que antes no lloraban, rompen en
llanto junto con los que lloran.
Se lucha por igualdad, se lucha
por derechos, se lucha porque un pueblo es más que un dirigente y no al
contrario. Se estudia por salir de la oscuridad, se estudia para no ser policía
nacional, se estudia para demostrar que si se es pobre no se está condenado a
serlo para toda la vida, porque se cree en la firme convicción de que la
pobreza más que falta de dinero, es una condición mental.
ÉL Se ha bajado del bus, está hablando con su amor: un
perro, un elefante, un humano o un travesti, lo abordan dos personajes que le
proponen un trato: “su integridad a cambio de dinero”, ÉL le cuelga a su amor
que puede ser cualquier cosa, su amor, el travesti, al otro lado replica: “¡no
cuelgues que te van a atracar!”, él no lo escucha, a él lo roban.
La gente está expectante, el
teatro rebosante, la multitud irrumpe en aplausos porque creen haber asistido
al evento de sus vidas, y efectivamente así será para algunos pocos, para otros
pocos habrá sido una perdida de tiempo y para el resto que no habrán entendido
–que entre ellos están muchos de los que lo habrán considerado perdida de
tiempo- será un evento más en la suma de evento a los cuales habrán asistido a
lo largo de sus vidas. Pero siempre habrá uno al cual el evento le tocará de
tal manera que transformará su vida, le abrirá ventanas desconocidas que le
permitirán ver horizontes que antes no le eran concebibles.
Termina un ritual y comienza
otro, se escuchan rumores, se escuchan pensamientos y no pueden terminar de
entender como un cuerpo que siempre estuvo tan lleno de vida ahora yace inerte
y frío, y en la total ausencia, porque
nadie sabe que pasa cuando uno se muere – ni siquiera nosotros los satélites-. Sirio
me ha dicho que más que un ritual es una preparación, porque el entierro y las
novenas son para los vivos y no para el que ha muerto.
Finalmente los que luchan con
flores y fragmentos de poesía de los poetas malditos se dan cuenta que no
pueden combatir contra los que lanzan gases lacrimógenos. Deben decidirse si
volverse a la ignorancia o perder la guerra con la frente en alto sin renunciar
a sus ideales utópicos. Una de las pancartas de estos mártires-tira-flores
reza: “sueño con un mundo donde obtener títulos universitarios sea tan obligatorio
como sacar libreta militar”.
ÉL se culpa por no haber
reaccionado de alguna manera, incluso se maldice, se pregunta para sí mismo: “¿Cómo
pude ser tan gallina?”, y se culpa y no se da cuenta que a la mayoría de las
personas se les dificulta pensar mucho bajo momentos de tanto estrés. Los
ladrones han cumplido con el trato; le han dejado su integridad y se han
llevado su dinero, y el piensa: “¡qué va!, es solo dinero” pero la verdad se lo
dice para no sentirse tan mal, se lo dice en fin, para no sentirse tan gallina.
El show es un tanto performance,
un tanto monólogo y otro montón de cosas que nadie entiende y del que todos
hablan. Un hombre sentado en una silla vieja comienza a reírse, y ríe de manera
estruendosa, a carcajadas, cuando termina con el aire en sus pulmones, toma una
nueva bocanada y continúa riendo. La gente no entiende nada y hay que ser
verdaderamente idiota o un verdadero genio para comprender lo que allí pasa.
Cuando termina de reír de esa manera extravagante, a punto de rayar con lo
vulgar, la risa se convierte en llanto, un llanto que aunque fingido, es triste
y sobrecogedor. Si antes la gente no comprendía nada, ahora entienden mucho
menos. Llora largamente, y entre los espectadores se miran desconcertados. Tras
llorar tendidamente el show termina y el público una vez más estalla en un
aplauso, la gente que no entiende aplaude para no sentirse menos y el aplauso
resuena por todo el recinto y se escucha por fuera del mismo.
La crítica una vez más elogia el tan emocionante evento y dicen, que como nunca, ha sido la mejor de todas las presentaciones, el administrador, generalmente el diablo, invita al performista a firmar un contrato de por vida, nadie puede explicar lo que acaban de ver, y mucho menos entienden hasta qué punto es arte y hasta qué punto es parte de esa cultura esnob que lo permea todo.
La crítica una vez más elogia el tan emocionante evento y dicen, que como nunca, ha sido la mejor de todas las presentaciones, el administrador, generalmente el diablo, invita al performista a firmar un contrato de por vida, nadie puede explicar lo que acaban de ver, y mucho menos entienden hasta qué punto es arte y hasta qué punto es parte de esa cultura esnob que lo permea todo.
A la final esto es este mundo,
algo loco, algo impredecible, un millón de buenas historias esperando ser
contadas, no tomo partido, simplemente me divierto, me divierto mientras lo
escucho todo, mientras lo veo todo, porque a mí, también me suceden la mismas
cosas que a estos humanos, cada tanto se me mueren amigos, me pongo en
desacuerdo, una estrella fugaz me asalta y voy al teatro.
Miravisión ha terminado sus
labores por el día de hoy. Agradecemos su compañía. Les habló La Luna. Fin de
la emisión.
Los invito muy sinceramente a no
quedarse.
1 comentario:
Buscando la globalidad en una luna con miles de ojos, pude navegar entre historias en las que te dejabas ver, las historias cada una llena de sentidos, consiguieron mi imaginación y me he quedado encantado, mientras iba de un lado a otro, agradezco entonces la historia del día y te felicito.
Pensaba en estos días que es lo que tiene de especial un escritor, que lo diferencia de otros mortales y llegue a la conclusión de que se trata de otra forma de mirar el mundo, de generar otras realidades en las que puedan entrar otros en las que gusten entrar otros. A mi me gustó entrar esta vez...
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